Hace muchos años que vengo observando la sanidad pública y privada, por diferentes motivos personales he tenido que estar cerca de hospitales. Algunos grandes, frios, otros pequeños comodos pero todos hospitales. Lo primero que me ha llamado la atencion es que la gente cada vez sonrie menos. Cada vez nos vamos olvidando que hay un ser humano enfrente que necesita sentirse sin miedo en esos lugares, que necesita el contacto de sus congeneres y estos hacen caso omiso de ello. Pongamos por ejemplo, mi ultima visita hace una semana. Una sala grande y fria que nos enfrentaba cara a cara unos a otros. La enfermera hace las preguntas de rigor de una manera rutinaria y por supuesto no te encuentras con sus ojos en ningun momento, lo más un papel blaco en el que te piden tu autografo sin explicarte para que fin.
Dicha toda esta critica que espero pueda ser constructiva, yo me siento en una butaquita y pienso en mis perros. Nunca me dejan sentirme sola. Si estoy triste acuden todos a la vez, quizás los mas veteranos como lola saben con su sabia intuicion que ocurre en mis sentimientos, que emocion se apodera de mi y lo comparte conmigo. Es entonces cuando con mas fuerza recuerdo cuando me operaron hace tres años y me cuidaron tres enfermeras con pelos y sin bata blanca, a ellas les debo las fuerzas que me dieron, los silencios que compartieron conmigo, las lagrimas que en algun momento me secaron y la paciencia que en todo momento demostraron hacia mi. Fueron la fuente inagotable de fuerzas en momentos malos y siempre incondicionales rompian las guardias que hacian a mi lado para ladrar al perro de mi vecino si pasaba por delante.
Bueno, pues sigo pensando que si pudieramos introducir perros poco a poco en hospitales ellos darian el calor animal, que muchas veces nos falta a los humanos.
Dicha toda esta critica que espero pueda ser constructiva, yo me siento en una butaquita y pienso en mis perros. Nunca me dejan sentirme sola. Si estoy triste acuden todos a la vez, quizás los mas veteranos como lola saben con su sabia intuicion que ocurre en mis sentimientos, que emocion se apodera de mi y lo comparte conmigo. Es entonces cuando con mas fuerza recuerdo cuando me operaron hace tres años y me cuidaron tres enfermeras con pelos y sin bata blanca, a ellas les debo las fuerzas que me dieron, los silencios que compartieron conmigo, las lagrimas que en algun momento me secaron y la paciencia que en todo momento demostraron hacia mi. Fueron la fuente inagotable de fuerzas en momentos malos y siempre incondicionales rompian las guardias que hacian a mi lado para ladrar al perro de mi vecino si pasaba por delante.
Bueno, pues sigo pensando que si pudieramos introducir perros poco a poco en hospitales ellos darian el calor animal, que muchas veces nos falta a los humanos.
